Fijémonos en las tortugas, ¿cómo aprenden a nadar? ¿siguen unas reglas estrictas? ¿alguna tortuga adulta les indica a las pequeñas los movimientos exactos que tienen que realizar para nadar tan bien como lo hacen?
Está claro que el éxito del fantástico nado de los animales se acerca más a la comodidad, eficiencia y por supuesto, la naturalidad.
Tanto en el océano como en La Deporteca, los más peques aprenden a nadar por su propia iniciativa nata, ellos dan las respuestas que los monitores encauzan hacia el olvido si no son las mejores o hacia el refuerzo si son las más adecuadas para conseguir el éxito.
Así, casi sin darnos cuenta, aprendemos a nadar espontáneamente, desarrollando las capacidades corporales al máximo en cada etapa, disfrutando aprendiendo, disfrutando jugando, aprendiendo jugando para que cuando cada peque tenga el control adecuado en el agua, podamos introducir deportes acuáticos tales como el waterpolo.